Al tratarse de una dolencia muy extendida, es lógico que circulen ideas no del todo correctas sobre lo qué hay y lo que no hay que hacer ante un ataque de dolor. Estas son las dudas más frecuentes:
REPOSO, ¿sí o no?: La inactividad física no sólo ayuda a combatir el dolor sino todo lo contrario. Al debilitarse la musculatura, la espalda se queda sin sostén, por lo que el dolor se agudiza todavía más. Tan sólo hay que hacer reposo en las fases agudas de dolor y durante un máximo de tres días, si el especialista no opina lo contario.
EL DEPORTE, ¿beneficioso o perjudicial?: No hay duda de que la práctica deportiva fortalece los músculos y previene el dolor, pero hay que tener cuidado. La práctica inadecuada o excesiva de algunos deportes puede causar dolor de espalda o agudizar el que ya tenemos. Es conveniente, por lo tanto, pedir previamente consejo a un especialista. Por regla general, los deportes más aconsejados si se tiene dolor de espalda son la natación, la gimnasia y la bicicleta y los menos adecuados, el tenis, el remo y el levantamiento de pesos.
¿FRÍO O CALOR?: Dependerá del tipo de lesión. El calor calma el dolor producido por las tensiones musculares y resulta útil para aliviar las contracturas. El frío es muy beneficioso para reducir la hinchazón producida por un traumatismo o un esguince.
LOS FÁRMACOS, ¿funcionan?: Cuando el dolor es de leve a moderado, se puede tomar analgésicos simples (paracetamol) o analgésicos antiinflamatorios (ácido acetilsalicílico conocida generalmente como aspirina, ibuprofeno, naproxeno, etc.). Cuando el dolor es intenso, puede resultar efectivo utilizar un relajante muscular.
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